No ha sido hasta cierta edad que he descubierto mi pasión por los libros. Siempre había pensado que eran para otro tipo de gente ¡Que no estaban hechos para mí!

Quizás los libros que nos hacen leer, cuando somos pequeños, no ayudan a fomentar nuestro interés por la lectura. Claro está que debemos saber qué narrativas han marcado la historia literaria en nuestro país, pero dudo mucho que El Quijote o La Celestina sean el mejor estímulo para crear jóvenes lectores.

Con esto no quiero decir que debamos obviar este tipo de obras literarias, pero ojalá a fecha de hoy hubiera leído la mitad de los libros que ahora se me acumulan en mi mesita de noche, a la espera del tiempo que antes sí tuve.

Hace apenas una semana tropecé en una librería con una lectura que ya había ojeado en mi adolescencia. Se trata de la obra Siddhartha del premio nobel de la literatura Hermann Hesse. Recuerdo haber tenido el mismo libro en mis manos hace muchos años y engullir las páginas como el que come un plato de verduras a regañadientes.

Hoy, estoy disfrutando cada palabra como si durante todos estos años esas mismas hubieran estado macerando con los ingredientes perfectos para cuando fuera el momento oportuno.

Y con mi nueva afición por la lectura ha llegado también mi motivación para empezar a escribir estos párrafos. Perdí el miedo a leer, y ahora me dispongo a perder el miedo a escribir.

A. Fradera